TODO OCURRIÓ EN CIÉNAGA: El origen de la canción “La Piña Madura” es el siguiente: Cierta noche de febrero del año 1894, en la casa del señor Godofredo Armenta, en Ciénaga Magdalena, los asistentes observaron que la mayoría de los invitados al baile admiraban el tamaño y hermosura de una piña que había sido colocada en el mueble de comedor, y que estaban más pendientes de la fruta que de la belleza de las mujeres. “El Señor lo ilumine”, oyó que le decían-, y la bendición al parecer rindió sus frutos, pues cuatro cuadras más allá se encontró con tres parranderos insomnes que escuchaban “a to’ timbal” una canción de Diomedes Díaz, que a esa hora llegó a sus oídos como un verdadero canto celestial. Emilia o ‘Emilita’ como cariñosamente la bautizó Juancho Polo, retrocede en el tiempo, sonríe y comienza a narrar. Desde hace 30 años Emilia Ferreira Núñez, natural de Plato (Magdalena), reside en el barrio San Martín de Valledupar, casada y con siete hijos, rememora con gracia la historia del enamoramiento que tuvo Juancho Polo Valencia con ella y de la canción que le compuso. El compositor dice que a pesar de los disgustos y los celos de Juana, han sabido convivir por más de 50 años.
Seis de esos pueblos lacustres se encuentran ubicados en línea recta, de occidente a oriente, en orillas de la ciénaga de Cerro de San Antonio, espejo de agua que baña a 125 mil hectáreas, parte de ellas adornadas en las noches de nuestros abuelos por el reflejo de las luces titilantes que se desprendían de los clásicos mechones erguidos en las estacas, cual alumbrado público de antaño, reemplazados hoy por los ‘calabacitos alumbradores’. La segunda vez que llegó al puesto me le escondí y le pedí a otra de las muchachas que lo atendiera, pero él insistió que fuera porque me estaba haciendo una canción. Ahora, el que quiera grabar uno de estos temas tendrá que buscar la forma de superar la versión original. “He sido un hombre de paz y la forma de defenderme de mi mujer era con canciones, esto me ha servido mucho; ella es muy especial, muy noble; mujeres de esa clase ya no se consiguen”, señaló. Aunque el precio de alejarse del vallenato en algunas grabaciones podría ser alto para algunos, «Los Diablitos» han establecido una nueva forma de comunicación entre la juventud y la música vallenata, que ha redundado en una mayor universalización del género, y en la ampliación del género vallenato.
No más le llevé la comida a la mesa me preguntó por mi nombre, le dije que me llamaba Emilia y él se presentó como Juancho Polo. El 21 de diciembre de 2013, Marciano Martínez amenizó una reunión social en Barrancabermeja, en la cual alternó con Rafael Manjarrez Mendoza, el afamado autor de temas como Benditos Versos, Simulación, Señora, Bendita Duda, entre otros. “Era un ‘son’ que nos ponía los pelos de punta, porque lo cantaba y se le salían las lágrimas”, aseguran otros testigos de esa tarde nostálgica. Flores de María, población hoy día corregimiento de San Ángel Magdalena, donde Juancho Polo Valencia, se mudó muy joven con sus padres y otros familiares, buscando tierras para sus cultivos, y donde el cantor vallenato solía lucirse leyendo discursos de inspiración propia en ceremonias cívicas y en secciones solemnes. La historia cuenta que Juancho Polo, después de un largo viaje, regresa a Flores de María, un caserío del Magdalena, donde se entera que su esposa embarazada había muerto tres días atrás; cogió una botella de ron, fue al cementerio y sobre la tumba de su amada compuso la canción. De salida, Juancho Polo se fijó en esa morena gordita de 20 años, hoy cuenta con 65, para echarle la más grande carga de piropos y dedicarle la canción ‘Lucero espiritual’, inspiración que grabó en 1971 para Discos Fuentes, y que a partir de 1990 se convirtió en insignia de la música vallenata a través del canto de Diomedes Díaz y el acordeón de ‘Juancho’ Rois.
Posteriormente se conoció que esta Alicia de la canción también tenía una historia no fantástica como la de Carroll sino al contrario era la síntesis melódica de una gran tragedia: como la Alicia literaria, la Alicia colombiana también cayó en el agujero de una vida oscura y desesperanzada que la llevó a la fama sin darse cuenta. Además, la esposa de Oñate Nancy Zuleta es hermana de la esposa de Lucas Gnecco, a quien el juglar no se cansa de saludar afectuosamente en varias de sus canciones simplemente como “LG”. Esas canciones, le dieron la virtud de ser un juglar completo porque tocaba su acordeón, componía, cantaba y hasta tomaba ron. En 1970, el compositor ciego compuso el paseo en honor a la mujer que lo hizo soñar, pero cuyo amor no fue correspondido, más que con una buena amistad, la cual perduró hasta el final de los días de Leandro. En el ardiente mediodía de La Junta, hasta donde he viajado a conversar con Marciano sobre la vida y milagros del guajiro más famoso de todos los tiempos, el prestigioso compositor reconoce que para él fue una gran frustración que este canto no fuera interpretado por el hijo de Carrizal -“quien le hubiera dado las caídas adecuadas”-, sobre todo porque se trata de un sentido homenaje a su madre, quien crio once hijos a puro pulso, “lavando ropa ajena, haciendo mochilas de fique”.
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